lunes, 2 de enero de 2017

las cenizas que queman

Prendamos fuego y quememos todo.
Que las llamas de todos los colores sagrados,
y de los no tan santos, 
consuman la cobarde
y pusilánime
mierda.
Que lo que alguna vez
con las puntas de sus dedos me rozó,
me molestó;
me hizo enojar;
me histeriqueó y confundió;
lo que me costó aceptar:
lo que me hizo amar;
lo que me hizo doler el pecho de tanto llorar
(por primera vez);
lo que hizo que tuviera que alejarme de quienes no quería;
lo que se llevó a mí abuelo e hizo llorar a mi viejo y a mí abuela;
lo que volvió a hacerme doler el pecho de tanto llorar...
Que todo eso se vaya.
Yo sigo vivita y con ganas de hacer frente
y en cualquier posición
a todo lo bueno que me toca por derecho ahora.
Mí derecho, por reacción de lo que yo misma
me voy armando.
Quememos lo malo, y tomemos las cenizas.
Yo también soy una gran pila de cenizas.
Pero cada ceniza tiene bien guardado una gran fuerza...
Y este montón de cenizas que ahora escribe,
sigue ardiendo,
y va a quemar todo a su paso,
con las llamas de todos los colores sagrados,
y también, de los no tan santos.



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