domingo, 19 de febrero de 2012

Interesante ...

... La adrenalina corre por mis venas de una manera desquisiadamente frenetica, mientras las manos me tiemblan tan rapido que podría parecer que realmente no se mueven, pero yo sé que no es así, se agitan tan rápido como las alas de un colibrí. ¡No puedo creer lo que he hecho! La sangre, tú sangre, todavía gotea de mis aún temblorosas manos, que solo hasta ahora me doy cuenta que en la derecha aprieto un cuchillo, muy fuertemente. ¿En qué momento tomé el cuchillo? ¡Ja!, la verdad que tiene muy mala suerte el pobre si se cruzó en mi camino en un momentó y todo ésto terminó así, con tu cuerpo ya frío frente a mí. O quizás, quién tuvo mala suerte, ¿eras vos? Todo es tan confuso ahora...

  Recuerdo haber estado hablando contigo, mejor dicho, peleando, una vez más. ¡Ya no lo soporto, ya no te soporto! Lo único que pienso es que no puedo seguir así, todo debe terminar. Ya no escucho nada a mí alrededor, ni siquiera a tus gritos desaforados, persiguiendome, asechando a mi espalda, mientras yo camino. Sólo puedo escuchar el sonido de un vacío casi ensordecedor, sólo puedo escuchar al sonido de los latidos de mi corazón acelerandose, puedo sentir a mi respiración volviendose errática, a mi sangre correr dentro de mí a miles de kilometros por hora, y de repente... Todo se volvió claro... Si ya no soporto algo, solo debo terminarlo. Si ya no te soporto, sólo debe acabar contigo...

Poco a poco empiezo a recobrar la conciencia. ¡Ahora empiezo a recordar!

  La verdad, que hasta el momento me parecía una aberración las personas que decidían quitarle la vida a otras, sin ningún motivo que valiera la pena a mi parecer, no se puede justificar lo injustificable. Pero yo ahora tenía mis motivos, nadie más los comprendería, pues son solamente míos. Nadie jamás entenderá lo que yo siento, lo que pasé, lo que me llevo a ése momento, en el que yo creía que no estaba pensando. Sin embargo, la verdad es que nunca tuve un momento de tanta claridad y lucidez mental como aquél, cuando me fui hasta la cocina y me seguiste... ¡Pobre de ti!, firmaste el fin de tu existencia solo por seguirme hasta la cocina, para poder seguir gritando sobre mi oído, para abalanzarte sobre mí y seguir torturandome. No te diste cuenta que ya no te oía, ni de que lentamente mi brazo derecho se movía hacia mi espalda y comenzaba a rozar la mesa hasta finalmente alcanzar mi objetivo.

  Una sonrisa se formó en mis labios, quizás fue una de las mejores y más sinceras de toda mi vida. Ví el pequeño rastro de duda en tus ojos, quizás te preguntabas el por qué de mi sonrisa, o tal vez notaste de que desde hace unos momentos atrás ya no te contesto nada de lo que me dices, como normalmente hago.

  Ese fue el momento clave, ¡era ahora o nunca! ¡Ya no puedo hecharme atrás, no puedo seguir soportandote por más tiempo! Todo sucedió casi en el transcurso de un suspiro. Saqué el brazo de detrás de mi espalda rápidamente, levanté el cuchillo, te apunté justo al pecho, al corazón, lo impulsé con fuerza y ...

  ¡Mierda!
Siento de repente un dolor muy fuerte en la sien izquierda, parece que allí  me golpeé al caerme de la cama. ¿Acaso todo eso fue sólo un sueño? Parece que sí...

Es una verdadera lástima, era un sueño muy bueno, interesante. Es la primera vez que soñé que te mataba, y no al revés ...

R.B.G