domingo, 6 de noviembre de 2016

profanación

El lugar no era muy santo,
pero de todas maneras,
ha sido profanado.
El desparramo y desparpajo
de todo lo que había por el suelo
sólo fue la mera consecuencia
de las blasfemias,
las malditas blasfemias,
de todas las blasfemias
que aquí han sido hechas.
Lo que quería,
con el miedo,
ha sido deshonrado e injuriado.
Los cimientos,
sacudidos, víctimas de nuestros pecados
y de la falta de ellos,
llevan el peso de las culpas.
De todas nuestras culpas.
Sólo queda
edificar un templo nuevo,
sólo queda
volver a creer y hacer.
La profanación ha resultado ser
el ardor que empujará
y que como el fénix,
con fuerza, hará volar

Más

Más.
Quiero más.
De la vida, de mí,
de lo bueno y de lo raro,
pero no de lo malo.
De lo malo ya he sentido
y demasiado.
Más,
ahí donde pido,
de lo que hace bien
y de lo que quiero,
de tú querer y el mío
(si es que alguna vez ha existido).
Quiero darte más
de lo que jamás te hayan dado,
pero no para cobrarte deuda
ni para que a nada
te sientas alguna vez obligado.
Más,
una y otra vez
quiero y necesito,
de más, por más,
es de que muero de sed.
Más,
como mis cigarros consumados
en la oscuridad,
como quemados por mis labios
(que a pesar de todo, te tienen mucho guardado),
de más ardid,
como los de mis lunares,
que hay quienes,
a veces,
los aprenden a contar.