El lugar no era muy santo,
pero de todas maneras,
ha sido profanado.
El desparramo y desparpajo
de todo lo que había por el suelo
sólo fue la mera consecuencia
de las blasfemias,
las malditas blasfemias,
de todas las blasfemias
que aquí han sido hechas.
Lo que quería,
con el miedo,
ha sido deshonrado e injuriado.
Los cimientos,
sacudidos, víctimas de nuestros pecados
y de la falta de ellos,
llevan el peso de las culpas.
De todas nuestras culpas.
Sólo queda
edificar un templo nuevo,
sólo queda
volver a creer y hacer.
La profanación ha resultado ser
el ardor que empujará
y que como el fénix,
con fuerza, hará volar
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