Y me gusta,
su persona y todo el fuego que nos quema.
Fuego que me quema,
no me deja quedarme quieta.
Disfruto su fuego,
y así también, debo empaparme después
de los más santos pensamientos,
para no hacer de mí misma
una incesante hoguera.
Pero el fuego es tanto,
lo siento por todos lados,
me quema,
y el escozor y el ardor
me imposibilitan el quedarme quieta.
Me gusta su calor
y devolverselo todo,
todo lo que me hace llegar.
Una y otra vez,
con tanto calor los dos, ardemos,
pero su persona me hace disfrutar
el apagar el fuego
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