Y me gusta,
su persona y todo el fuego que nos quema.
Fuego que me quema,
no me deja quedarme quieta.
Disfruto su fuego,
y así también, debo empaparme después
de los más santos pensamientos,
para no hacer de mí misma
una incesante hoguera.
Pero el fuego es tanto,
lo siento por todos lados,
me quema,
y el escozor y el ardor
me imposibilitan el quedarme quieta.
Me gusta su calor
y devolverselo todo,
todo lo que me hace llegar.
Una y otra vez,
con tanto calor los dos, ardemos,
pero su persona me hace disfrutar
el apagar el fuego
jueves, 1 de junio de 2017
Mierda
Me agrada.
Me agrada sentirlo.
Y disfrutarlo.
Me gusta cuando tratamos de saciarnos,
pero sólo conseguimos tenernos más sed.
Me agradan muchas cosas de él,
como el antes,
el durante
y el después.
Me agrada su prisa y su urgencia,
también su calma y su paciencia,
o su violencia.
Todo, así, me agrada.
Y el después, también,
porque me acaricia
y me hace gustar las caricias que nunca antes tuve
y que no sabía que podía llegar a anhelar.
Me agradan sus abrazos, y su voz y la manera en que me habla.
Me agrada, me hace reír.
Y también sus labios me agradan.
Mierda.
Me gusta.
Mierda.
Me agrada sentirlo.
Y disfrutarlo.
Me gusta cuando tratamos de saciarnos,
pero sólo conseguimos tenernos más sed.
Me agradan muchas cosas de él,
como el antes,
el durante
y el después.
Me agrada su prisa y su urgencia,
también su calma y su paciencia,
o su violencia.
Todo, así, me agrada.
Y el después, también,
porque me acaricia
y me hace gustar las caricias que nunca antes tuve
y que no sabía que podía llegar a anhelar.
Me agradan sus abrazos, y su voz y la manera en que me habla.
Me agrada, me hace reír.
Y también sus labios me agradan.
Mierda.
Me gusta.
Mierda.
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