Me rompieron el corazón mis padres, juntos y después, ya no.
Me rompió el corazón mi madre.
Me rompió el corazón mi padre.
Me rompieron el corazón mis abuelos.
Me rompieron el corazón varios "amigos" y Amigos
(así, con mayúsculas).
Me rompieron el corazón mascotas.
Me rompieron el corazón hombres.
Me rompieron el corazón mujeres.
Me rompí el corazón yo misma.
Me quebré a mí misma y me rompí
incontables veces.
Estuve al borde de haberme roto el corazón
y casi no haber podido arreglarlo.
Una ilusión, unas ganas de lo que no sé,
unas fuerzas de quién sabe,
un abrazado impensado
y otros muy bien sabidos,
divino pegamento para unir lo que había,
esparcido en el piso y parte guardado
(y también escondido)
en un cajón.
Me rompí el corazón con mí vergüenza.
Me rompí el corazón con mí orgullo.
Me rompí el corazón tanto
que quedó hecho polvo.
Pero al polvo le agregué líquido
de mis lágrimas, licores baratos y otros tantos bálsamos,
lo moldeé y horneé
y como si fuera arcilla,
a mí corazón yo lo volví a hacer.