¿Y qué si te pido
que alguna vez, si tienes tiempo,
si no estamos lejos, ni nos enceguecen los egos,
y si volvemos a tener tiempo,
que me hagas un favor?
¿Y qué si te pido que me cubras de flores
de punta a punta,
qué me tiemble el alma
con el mero roce de unos pétalos?
¿Y qué si te pido
que al sentir tus dedos
cures de mi nostalgia
a todos los anhelos que había pensado
nunca iban a ser calmados?
Cubreme de flores, por favor,
y haz que de tanto en tanto,
cuando te recuerde,
sufra de ráfagas de primavera en mi mente.
Cubreme de flores
y que la noche que no se espera
(cuando ya no esperaba nada de ti),
se convierta en un encuentro con el día.
Cubreme de flores
de pies a cabeza,
y que las flores me derrumben toda entereza,
sorprendeme el tacto,
la vista, los oídos, el olfato,
el gusto y demás gustos ocultos,
que nadie puede descifrar.
Cubreme de flores,
porque lo que se buscaba, se encontró.
Lo que se perseguía, se consiguió,
y vacilante ante la duda, todavía,
de si es verdad o no lo qué pasó,
necesito más realidad para poder encontrar
otra pequeña hoja atrapada en mi cabello,
y que tú, cubriéndome de flores,
no era un sueño.
Y sí, fue un recuerdo...